Sin duda alguna lo que más me gusta del mundo bloguero son sus autores. Porque sí, porque ni las recetas ni las fotos salen de un hoyo cósmico espontáneo de creaciones (que ya conocéis mi fijación por reivindicar a las personas más que a las cosas). Y en ese ejercicio constante que hay que hacer (luchando contra la despersonalización imperante de lo visualmente veloz del consumo) lo que más satisfacción me genera es entablar conversaciones con personas. El espacio de la pausa es el que más frutos ha dado siempre. Esas conversaciones, que pueden ser más o menos cortas, revelan ciertos aspectos e inquietudes que nos conforman.
En algunos blogs esto resulta más o menos patente. Depende del grado de "pudor" del autor. Todas las opciones son respetables, por supuesto. Porque a menor grado de opinión menor posibilidad de disputa con respecto a un tema colindante que siempre va a ser controvertido (porque aquí de lo que se habla es de comida) . Las opiniones son como los días, hay más que judías, y en todo caso suponen un riesgo (menor, por otra parte).
Pero hay una bloguera que a mí me genera un impulso incontrolable de conversar (a veces hasta conmigo misma) porque poco le importa exponer todo lo que le preocupa, sea de carácter inmediato o reflexivo. Y es que, en estos días en los que ser tolerante significa ser indiferente, encontrarse con alguien que sea intolerante a muchas cosas a ese nivel vital tan explícito es un placer como pocos.
Y decir esto puede causar cierto revuelo, pero yo soy de esa opinión: no hay que ser tolerante con determinados aspectos que nos afectan de manera negativa de tantos modos. Normalmente es muy común que a este tipo de personas se las (nos) conozca con el término "protestonas". Como ustedes gusten. Pero en el fondo siempre hay algo mucho más complejo.
Y esta bloguera no es otra que Cuca de Los dulces secretos de Cuca, que pese a todas sus argumentadas quejas y reivindicaciones siempre tiene algo con lo que endulzarnos los pequeños amargores.
~ Te copio y te lo cuento porque no tengo vergüenza ~
Episodio V
Así que aquí estoy de vuelta con otro episodio de "Aquí está mi copia. Agárrate, que vienen curvas". Muchas son las recetas de Cuca que he plagiado descaradamente en mi cocina pero traigo ésta porque, por una vez, me acordé de hacerle foto antes de que el plato estuviera vacío.
A pesar de haber hecho múltiples bizcochos/bollos con verduras como la calabaza, el calabacín o mi amada remolacha, nunca se me había ocurrido usar el tubérculo patatero para una de estas elaboraciones. Pero como de remilgada tengo poco y la curiosidad rompe el saco me propuse hacer este bundt y el resultado fue estupendo. Tengo que decir que cambié algunas cosillas nimias de la receta original pero en cualquier caso el mérito es todo suyo y el disfrute fue todo nuestro. ¡Gracias Cuca!
Para el bizcocho
300 g. de harina
250 g. de patatas cocidas
3 huevos
150 ml. de leche desnatada
150 gramos de mantequilla ligera (derretida)
150 g de azúcar de abedul (o el que tengamos)
70 g de cacao puro en polvo
Una cucharada y media de bicarbonato
Para la cobertura
60 ml. de nata
100 gramos de chocolate de cobertura
Una cucharadita de margarina
Media cucharada de postre de mezcla para pain d'epicesNueces (para decorar)
Para el bizcocho: ponemos a cocer las patatas y cuando estén hechas las escurrimos y las machacamos hasta hacerlas puré. Precalentamos el horno a 180º y untamos el molde de mantequilla.
Batimos los huevos con el azúcar hasta que doblen el volumen. Añadimos entonces la mantequilla. Batimos de nuevo. Agregamos ahora la patata y mezclamos bien. En otro bol mezclamos la harina, el cacao y el bicarbonato y lo tamizamos. Añadimos la mitad a la mezcla anterior y removemos bien. Echamos la leche y el resto de la harina, bicarbonato y cacao tamizado y mezclaremos hasta obtener una masa completamente homogénea. Vertemos la masa en el molde y horneamos unos 40 minutos o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Sacamos y dejamos enfriar unos 13 minutos (que es lo que tarda en despegarse el bizcocho del molde de bundt), sacamos y dejamos en una rejilla hasta que se enfríe compleamente.
Para la cobertura: calentamos la nata en un cazo. En un cuenco troceamos el chocolate y cuando la nata esté caliente la vertemos encima. Echamos la mantequilla y la 1/2 cucharada de especias y lo mezclamos todo bien con unas varillas. Dejamos que atempere.
Montaje: una vez esté frío el bizcocho echamos el chocolate de cobertura por encima y dejamos templar. Colocamos las nueces e introducimos en la nevera (mejor tapado por tema de olores) hasta que la cobertura endurezca. Sacamos y ¡a comer!