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4 de noviembre de 2015

Bundt cake de patata y chocolate especiado



Sin duda alguna lo que más me gusta del mundo bloguero son sus autores. Porque sí, porque ni las recetas ni las fotos salen de un hoyo cósmico espontáneo de creaciones (que ya conocéis mi fijación por reivindicar a las personas más que a las cosas). Y en ese ejercicio constante que hay que hacer (luchando contra la despersonalización imperante de lo visualmente veloz del consumo) lo que más satisfacción me genera es entablar conversaciones con personas. El espacio de la pausa es el que más frutos ha dado siempre. Esas conversaciones, que pueden ser más o menos cortas, revelan ciertos aspectos e inquietudes que nos conforman.
En algunos blogs esto resulta más o menos patente. Depende del grado de "pudor" del autor. Todas las opciones son respetables, por supuesto. Porque a menor grado de opinión menor posibilidad de disputa con respecto a un tema colindante que siempre va a ser controvertido (porque aquí de lo que se habla es de comida) . Las opiniones son como los días, hay más que judías, y en todo caso suponen un riesgo (menor, por otra parte).

Pero hay una bloguera que a mí me genera un impulso incontrolable de conversar (a veces hasta conmigo misma) porque poco le importa exponer todo lo que le preocupa, sea de carácter inmediato o reflexivo. Y es que, en estos días en los que ser tolerante significa ser indiferente, encontrarse con alguien que sea intolerante a muchas cosas a ese nivel vital tan explícito es un placer como pocos. 
Y decir esto puede causar cierto revuelo, pero yo soy de esa opinión: no hay que ser tolerante con determinados aspectos que nos afectan de manera negativa de tantos modos. Normalmente es muy común que a este tipo de personas se las (nos) conozca con el término "protestonas". Como ustedes gusten. Pero en el fondo siempre hay algo mucho más complejo.

Y esta bloguera no es otra que Cuca de Los dulces secretos de Cuca, que pese a todas sus argumentadas quejas y reivindicaciones siempre tiene algo con lo que endulzarnos los pequeños amargores.



~ Te copio y te lo cuento porque no tengo vergüenza ~
Episodio V

Así que aquí estoy de vuelta con otro episodio de "Aquí está mi copia. Agárrate, que vienen curvas". Muchas son las recetas de Cuca que he plagiado descaradamente en mi cocina pero traigo ésta porque, por una vez, me acordé de hacerle foto antes de que el plato estuviera vacío.

A pesar de haber hecho múltiples bizcochos/bollos con verduras como la calabaza, el calabacín o mi amada remolacha, nunca se me había ocurrido usar el tubérculo patatero para una de estas elaboraciones. Pero como de remilgada tengo poco y la curiosidad rompe el saco me propuse hacer este bundt y el resultado fue estupendo. Tengo que decir que cambié algunas cosillas nimias de la receta original pero en cualquier caso el mérito es todo suyo y el disfrute fue todo nuestro. ¡Gracias Cuca!



Para el bizcocho
300 g. de harina
250 g. de patatas cocidas
3 huevos
150 ml. de leche desnatada
150 gramos de mantequilla ligera (derretida)
150 g de azúcar de abedul (o el que tengamos)
70 g de cacao puro en polvo
Una cucharada y media de bicarbonato


Para la cobertura
60 ml. de nata
100 gramos de chocolate de cobertura
Una cucharadita de margarina
Media cucharada de postre de mezcla para pain d'epices
Nueces (para decorar)




Para el bizcocho: ponemos a cocer las patatas y cuando estén hechas las escurrimos y las machacamos hasta hacerlas puré. Precalentamos el horno a 180º y untamos el molde de mantequilla.
Batimos los huevos con el azúcar hasta que doblen el volumen. Añadimos entonces la mantequilla. Batimos de nuevo. Agregamos ahora la patata y mezclamos bien. En otro bol mezclamos la harina, el cacao y el bicarbonato y lo tamizamos. Añadimos la mitad a la mezcla anterior y removemos bien. Echamos la leche y el resto de la harina, bicarbonato y cacao tamizado y mezclaremos hasta obtener una masa completamente homogénea. Vertemos la masa en el molde y horneamos unos 40 minutos o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Sacamos y dejamos enfriar unos 13 minutos (que es lo que tarda en despegarse el bizcocho del molde de bundt), sacamos y dejamos en una rejilla hasta que se enfríe compleamente.
Para la cobertura: calentamos la nata en un cazo. En un cuenco troceamos el chocolate y cuando la nata esté caliente la vertemos encima. Echamos la mantequilla y la 1/2 cucharada de especias y lo mezclamos todo bien con unas varillas. Dejamos que atempere.
Montaje: una vez esté frío el bizcocho echamos el chocolate de cobertura por encima y dejamos templar. Colocamos las nueces e introducimos en la nevera (mejor tapado por tema de olores) hasta que la cobertura endurezca. Sacamos y ¡a comer!


14 de octubre de 2015

Po'e de isla de Pascua. Receta chilena.




Recuerdo que cuando aún estaba en la carrera empezaba a llegar a nuestras vidas la crisis económica de corte inmobiliario de Estados Unidos. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que antes o después, por el efecto mariposa de la globalización, nos iba a tocar comérnoslo con patatas mojando con pan. 

El tema, cuando eres consciente del tipo de estudios que estás cursando, se volvió casi obsesivo para unos cuantos de nosotros. Si nuestras oportunidades laborales estaban ya bastante reducidas, el mazazo que nos esperaba iba a ser demoledor. Por supuesto, al terminar la carrera, cada uno de nosotros siguió un camino distinto dentro de otros ámbitos (porque la Filosofía por sí misma no da mucho beneficio económico, por no decir ninguno). Y entonces llegó. Llegó el momento en el que la gente empezó a emigrar y a intentar buscarse las castañas fuera. De repente marcharse de España era una aventura con tintes de desventura y todos los medios apuntaron a este fenómeno como una de las mayores desgracias de nuestro país. Pero, si lo analizamos desde otra óptica ¿qué sucede con la gente que se quedó? Porque quedarnos nos quedamos unos pocos (algunos por convicción propia y otros por falta de un colchón económico inicial que es absolutamente necesario y del que poco oigo hablar en ninguna parte cuando se menta "la desgracia del emigrante joven". Sí, emigrar es un lujo.).
Pues los que nos quedamos tuvimos (y tenemos) que lidiar con muchas cosas: un mercado laboral mediocre, unas dotaciones a investigación inexistentes (lo que reducía y reduce las becas a polvo en el desierto), incremento de las tasas para poder continuar estudiando (ya que parecía que no iba a poder trabajar uno en la vida) y, lo más fundamental, la ruptura del entorno. Si emigrar no debe de ser fácil, quedarse requiere también de un ejercicio supremo de readaptación a un medio hostil en el que los apoyos del día a día se han marchado en un avión a un porrillo de kilómetros. Aquí las oportunidades eran para la jet set.
Cuento esto porque hace bastantes años, la que es mi mejor amiga, en un ejercicio de afirmación por la vida, su vida, cogió las maletas y se marchó al norte europeo. A día de hoy tiene la suerte de vivir en un país mucho más hospitalario como es Chile, pero para mí sigue estando demasiado lejos. Y aunque la relación, si es de verdad, no cambia, la distancia marca el contexto (tengo el modo "moñas" activado).
Hoy es su cumpleaños y cada año que pasa lamento no poder celebrarlo con ella. Pero así son las cosas. Para compensar la lejanía, a veces, me pongo a cocinar platos típicos de lugares en los que están las personas que me son más cercanas. Que me lo como y, será una tontería, es como si estuviera más cerca. Por eso traigo hoy esta receta. Bueno, por eso y porque está para chupar hasta el molde.

Si conocéis, o habéis comido alguna vez, el famoso Yorkshire pudding británico, el concepto de este Po'e chileno es el mismo: acompañar otros platos salados de carne, pescado o verduras dando un toque dulce. Pero para desayunar o una breve incursión a la cocina tampoco es tontería. Es una maravilla por su composición, su sabor y por su jugosidad. 




Para 1 grande o 3 pequeños (sirve cualquier molde que tengáis)

200 g de harina blanca de trigo
1 cucharada de postre de levadura química
2 bananas maduras (yo le puse 3 plátanos porque me gustan mucho más, ¡ea!)
150 g de calabaza cocida al vapor (así nos evitamos el tema del agua chorreando)
2 cucharadas soperas de azúcar de abedul (o miel o el endulzante que queramos)
1 cucharada sopera de leche en polvo
20 g de mantequilla a temperatura ambiente
Azúcar glas para decorar (opcional)

Trituramos con un tenedor los plátanos/bananas y la calabaza cocida. Añadimos la mantequilla y el azúcar y mezclamos bien. Agregamos poco a poco la harina tamizada junto con la levadura y la leche en polvo. Removemos bien con una espátula hasta que tengamos una pasta homogénea. En unos 5-8 minutos tendremos una masa decente. Forramos un molde y precalentamos el horno. Vertemos la masa y horneamos 40 minutos a 180º (o hasta que pinchemos y salga limpio el palillo). Sacamos, dejamos atemperar y desmoldamos. Cuando termine de enfriar espolvoreamos el azúcar glas. ¡A comer!




27 de mayo de 2015

Pan dulce de chocolate y cereza (sin gluten)


Además del pan de trigo sarraceno sin gluten quería compartir en este día una receta para el desayuno. Los panes dulces son mi debilidad (a cualquier hora bajan por el gaznate como si fuera agua). Si a esto le sumamos que las cerezas empiezan a asomar sus rabillos por las fruterías (¡cuánta felicidad!), no hay más que negociar. (Los michelines que hagan un poco más de hueco para cuando lleguen los panecillos).


Un poco de chocolate y unas cerezas. ¡Esto sí que es disfrutar la fruta! Así que, tanto si sois celíacos como si no, os animo a deleitaros con estos panecillos porque no tienen desperdicio. 
Cambiando de tema, pero en la misma línea, la Federación de Asociaciones de Celíacos de España ha elaborado un vídeo para felicitar a todos los celíacos. Yo desde aquí lo comparto. Día Nacional del Celíaco 27 de Mayo ¡Muchas felicidades!

Para 2 panes medianos o 6 pequeños

Para la masa:
450 g de harina panificable sin gluten (yo usé Beiker)
1 cucharada de postre de levadura seca de panadero
1/4 cucharada de postre de sal
60 g de azúcar o equivalente en edulcorante
1 cucharada sopera de cacao desgrasado
2 huevos M
50 g de mantequilla ligera derretida y templada
100 ml leche templada
1 chorrito de kirsch

Para el relleno:
100 g de puré de cerezas (cerezas trituradas)
1 cucharada sopera de pepitas de chocolate

Mezclamos todos los ingredientes de la masa y amasamos unos 15 minutos. Damos forma de bola y dejamos levar en un bol tapada con un paño húmedo durante 1 hora y media. Mientras leva trituramos las cerezas y preparamos las pepitas de chocolate. Transcurrido el primer levado hacemos porciones con la masa (tantas como queramos) y con el rodillo aplanamos en forma de rectángulo. Con un cuchillo hacemos unos cortes a lo largo de la masa, en el medio, pero sin llegar a las esquinas. Echamos el relleno y enrollamos en diagonal desde una de las esquinas. Una vez tengamos el cilindro volvemos a enrollar como si fuera una ensaimada. Dejamos levar una hora más. Precalentamos el horno a 200º e introducimos los panecillos unos 30-40 minutos. Sacamos y dejamos enfriar en una rejilla ¡a disfrutar!

13 de abril de 2015

Pan dulce de dátiles al azahar


Los frutos secos y las frutas deshidratadas en todas sus variantes son una de mis perdiciones. Luego tenemos el pan, que me podría alimentar a base de ello. Y, por último, el desayuno de los campeones, que es el que me tomo todos los días. Juntamos elementos y ¿qué tenemos? Pues otro de mis panes dulces de esos que sientan bien a cualquier hora pero que por la mañana son un regalo de los dioses. Nunca me suelen durar más de tres días porque son adictivos. Da igual de qué los haga, me vienen todos bien. Éste con aroma de azahar es un poco más especial que el resto por aquello de que puede recordar a un delicioso roscón de reyes, pero luego te tropiezas con el dátil y ya piensas: "Estamos en abril, querido pan. ¡No vas a engañarme!". Pues eso, os dejo la receta.


Para un pan

350 g de puré de manzana
1 cucharada sopera de levadura
150 g de harina leudante
150 g de harina integral de khorasan (vale cualquiera)
8 dátiles picados
1 cucharada sopera de miel de caña
2 cucharadas soperas de salvado de espelta
1 cucharada sopera y 1/2 de agua de azahar
pizca de canela molida
Semillas de lino molido y almendra laminada para decorar



Mezclamos los ingredientes secos (excepto los de decoración y los dátiles) y vertemos encima el puré de manzana. Removemos la masa hasta que tengamos una pasta homogénea. Añadimos entonces los dátiles y volvemos a mezclar. Vertemos a un molde extendiéndolo con una lengua de gato o cuchara. Decoramos y horneamos a 180º-200º unos 60 minutos. Sacamos, desmoldamos y dejamos enfriar. ¡A disfrutar!

4 de abril de 2015

Brownie ligero y saludable (sin gluten)


¿Qué es lo más divertido de hacer repostería? Colar cosas en las elaboraciones, no comentar nada y ver la cara que se le queda a la gente cuando lo comen y les dices lo que lleva. Sustituir grasas animales en panes dulces y bizcochos por purés es una afición que tengo. A otros les gusta coleccionar cupones de la Once y yo no digo nada (por si acaso me cae algo, que la gente está muy susceptible).
El tema es que buscando una alternativa a los brownies tradicionales que están llenos de mantequilla y azúcar me encontré con esta versión. Lo curioso es que sabiendo que el aguacate es una grasa vegetal que da esa textura a las elaboraciones no se me había ocurrido usarlos. Manzanas, plátanos, calabaza...sí, pero ¿aguacate?. Malo no iba a estar, así que tenía que hacer la prueba. Mi comité de testers chocolateros dio el visto bueno y yo, siendo cero amiga de las preparaciones de chocolate con chocolate y más chocolate, tengo que decir que estaba muy bueno. Muy jugoso y con un sabor nada empalagoso. ¡Una delicia! De verdad que os animo a todos a que lo hagáis. Eso sí, si machacáis con un tenedor el aguacate suelen quedar trocitos verdes en mitad del bollo, pero eso se soluciona si lo pasáis por la batidora. Depende de la aversión que podáis encontrar y la sorpresa que queráis dar. Yo no lo procesé y, de hecho, en la foto de abajo podéis ver trocitos verdes sospechosos que representan lo que os comento. La receta:

Para un brownie

2 huevos L o 3 M
120 g de yogur
1 aguacate hermoso
1 cucharada de postre de bicarbonato
110 g de harina de trigo sarraceno
60 g de cacao en polvo desgrasado
100 ml de agua caliente
3 cucharadas soperas de estevia o 6 de azúcar
50 g de frutos secos (yo puse nueces, que para eso es un brownie)
1 cucharada sopera de esencia de vainilla
2 cucharadas soperas de pepitas de chocolate (opcional)
Almendras laminadas para decorar (opcional)



Pelamos el aguacate y machacamos o trituramos la pulpa. Calentamos el agua y disolvemos el chocolate en polvo. Mezclamos con el resto de ingredientes. Cuando tengamos una masa homogénea vertemos en un molde y horneamos a 175º-180º durante unos 30 minutos. Sacamos y dejamos enfriar. Tened cuidado al desmoldar porque es una masa muy compacta que pesa y tiende a rajarse. Podéis servir con un poco de helado ¡a disfrutar!

31 de marzo de 2015

Bara Brith. Pan dulce de Gales


De repente hace un buen tiempo que me da la impresión de que no nos lo merecemos. Es como si se estuviera preparando una venganza atmosférica: "Disfrutad, disfrutad, que ¡el retorno será terrible!". La verdad que estoy deseando que lleguen las tormentas primaverales, esas en las que hace un calor moderado y de repente rayos y centellas pueblan el cielo mientras una lluvia ensordecedora moja a los nada precavidos transeúntes. Lo único malo es el polen que se levanta después y que hace que el ventolín sea más necesario que un pañuelo de papel en la nariz. Seguiré esperando esas lluvias. De momento me marcho a Galicia a recoger un poco de fresco y olor a verde, que siempre se agradece.

El que tiene muy buen olor es este pan especiado. Típico de Gales, este pan tradicional que literalmente significa "pan moteado", es consumido el día de Navidad en sus innumerables versiones. Los hay con mantequilla, sin ella, con levadura, sin ella, etc. Existe también una versión argentina llamada Torta Negra y que es producto de la inmigración galesa. Hay un debate abierto (por supuesto propiciado por gente que no tiene mucho más que hacer) con respecto a si es un bizcocho o un pan dulce. A mí estas disputatios medievales no me aportan gran cosa. Si no lleva más grasa que huevo para mí es un pan dulce. Aunque igual es una chorrada pero me sirve para categorizar cartesianamente por claridad y distinción. Me dejo de rollos y aquí os queda esta delicia.

200 ml de té (el que más os guste, yo puse Darjeeling)
100 g de harina integral de trigo
100 g de harina blanca de trigo
150-200 g de frutas desecadas (yo puse pasas sultanas, pero lo que más os guste)
1 huevo M
50 g de azúcar moreno
2 cucharadas de postre de levadura
1 cucharada de postre de mezcla de especias
1 pizca de sal
semillas de lino molino para decorar (opcional)




Preparamos el té y vertemos las pasas para que se hidraten. Es mejor si lo dejamos reposar de un día para otro. Si no tenemos ganas en un par de horas están estupendamente. Mezclamos la levadura, la harina, la sal y especias. Batimos el huevo con el azúcar y lo agregamos a la mezcla de secos. Añadimos entonces el té con las pasas. Trabajamos la masa hasta que sea homogénea. Volcamos en un molde e introducimos en el horno a 180º durante una hora aproximadamente. Id controlando porque cada horno es un mundo. Sacamos y dejamos enfriar. ¡Sin parangón!

26 de marzo de 2015

Pan dulce especiado de centeno y avena integral con pasas


Hay días que me levanto y pienso: "¡Hoy te lo mereces!" Y en realidad me lo merezco todos los días, o eso parece. Porque estos panes dulces van conmigo al fin del mundo. Pocas cosas me gustan más que las frutas desecadas y las mezclas de especias tan típicas en los dulces del centro de Europa. 
Mi problema es que al final consumo tantas pasas, higos secos, orejones, dátiles, etc. que me dejo el peculio entero en esta inversión nada productiva a largo plazo. Mi próximo trasto de cocina (como le contaba hoy a Nuria) será, sin duda, una desecadora de alimentos. Cuando esté en mi poder tened precaución o acabaréis dentro. 
La seriedad del tema radica en que voy a tener que llevarla encima en forma de mochila porque ya no me caben más artilugios ni en el armario ni en la cocina. Aunque eso es lo de menos, los seres queridos siempre tienen un sitio en mi corazón (y a este paso ahí tendré que meter los cacharros). Os dejo con esta delicia.

Para un pan pequeño:

100 g de harina blanca de trigo
100 g de harina de centeno integral
50 g de harina de avena integral
1 y 1/2 cucharadas de postre de levadura
1/2 cucharada de postre de bicarbonato
1/2 cucharada de postre de mezcla de especias para pan
1/2 cucharada de postre de canela molida
1/2 cucharada de postre de jengibre molido
125 g de yogur
150 g de puré de manzana
2 cucharadas soperas de miel
40 g de pasas sultanas



Mezclamos las harinas y separamos una o dos cucharadas en un bol en el que rebozaremos las pasas. Reservamos el bol de las pasas. Echamos entonces a las harinas las especias, levadura y el bicarbonato. Mezclamos y hacemos un volcán. Añadimos la miel al yogur y removemos. Vertemos en el cráter del volcán junto con el puré de manzana. Ahora se trata de hacer una masa homogénea con una lengua de gato o una cuchara. Cuando esté todo bien mezclado echamos las pasas con la harina y volvemos a mezclar todo. Una vez tengamos una masa homogénea volcamos en un recipiente para el horno y extendemos con la lengua de gato. Precalentamos el horno y lo introducimos 40 minutos a 180º o hasta que esté bien horneado (pinchar con un palillo). ¡A disfrutar!

15 de marzo de 2015

Far bretón


El Far bretón o Farz Fourn [Farz (del latín far, harina) Fourn (del bretón, horno)] es una de esas elaboraciones tradicionales que se mantienen por los siglos de los siglos (amén). Concretamente su origen se encuentra en la Bretaña francesa y su versión original no era dulce.  Se utilizaba más bien para acompañar asados de carne de caza y similares (Bibliografía específica: lo leí en alguna parte). ¡Menudo pan! Con huevos, leche y harina. No digo nada, pero siempre ha habido regiones sociales. En España si se comía pan de cebada o centeno tenían suerte (pero sin acompañar, "pan con pan...") El caso es que, como con todo, se terminó por agregar a nuestra amiga la dulce gula (y se me viene a la mente el cuadro de Hieronymus Bosch, Mesa de los pecados capitales. Random mind rhapsody).

Al tema. Este bizcocho tiene una textura de pudding y en su elaboración se suelen utilizar ciruelas pasas (es lo más típico), uvas pasas, manzanas... No se tarda mucho en hacer, los ingredientes son de lo más comunes en nuestras casas y está bastante bueno. Os dejo con la receta del libro Repostería de conventos (Susaeta Ediciones).

100 g de pasas de corinto (o ciruelas pasas troceadas o manzana caramelizada...)
250 g de harina blanca de trigo
125 g de azúcar o equivalente en edulcorante
3 huevos L
1/2 l de leche
1 copita de ron
una pizca de sal
mantequilla para engrasar el molde



Ponemos las pasas/ciruelas en remojo, al menos, 30 minutos. Precalentamos el horno a 210º. Mezclamos el azúcar, la harina, los huevos batidos y la sal y trabajamos la mezcla hasta que sea una pasta homogénea. Añadimos poco a poco la leche y las pasas/ciruelas (yo le añadí también el ron del remojo). Nos irá quedando una masa muy líquida, no os asustéis. Engrasamos el molde y vertemos la mezcla. Horneamos 10 minutos a 210º y bajamos a 160-170º durante 35. Como cada horno es un mundo controlad que el bizcocho no se os quema. Desmoldamos, dejamos enfriar y ¡a disfrutarlo!

9 de marzo de 2015

Pan dulce de higos turcos y chocolate (con queso quark)

 


Los panes dulces son uno de los mejores inventos culinarios de la historia. Mis favoritos son los especiados con puré de manzana o de calabaza. Quizá sea la textura, porque los bizcochos que más me gustan son los consistentes, pero los panes dulces nada tienen que envidiar a los bizcochos con huevo y grasas. Éste en concreto lo hice para el Notario que es un chocolatero que no le hace desprecios a los higos. En lugar de puré de manzana o calabaza usé queso fresco batido y la verdad que quedó de lujo. Os invito a que lo probéis.

Para un pan dulce:

100 g de harina blanca de trigo
150 g de harina integral de trigo
1/2 sobre de levadura
1 cucharada de postre de bicarbonato
200 g de queso fresco batido desnatado
1 y 1/2 cucharadas soperas de miel de caña
1 cucharada de postre de esencia de ron
3 cucharadas soperas de chocolate Valor desgrasado en polvo
4 higos turcos troceados
pepitas de chocolate al gusto
Azúcar moreno para decorar (opcional)



Mezclamos por un lado los ingredientes secos (excepto los higos y las pepitas) y por otro los líquidos. Vertemos los líquidos en los sólidos y con una espátula/lengua de gato mezclamos bien hasta que sea una masa homogénea. Echamos entonces los higos troceados y las pepitas. Volcamos la masa en un molde engrasado o con papel sulfurizado y metemos al horno precalentado a 170ºC unos 30-40 minutos (depende del horno). Pinchadlo para ver si está hecho. Sacar, dejar enfriar en una rejilla y ¡que aproveche!

Bizcocho de café y chocolate


Ayer un amigo nos dio la buena nueva de que, por fin, había sido padre. Obviamente llevaba un día muy ajetreado y estaba muy cansado. Así que hoy, que voy a ir al hospital a ver a la recién llegada, he pensado: "¿qué puedo llevar que levante el ánimo a un muerto?" y la respuesta ha sido este bizcocho de café y chocolate. Café porque les va a hacer mucha falta estar espabilados y chocolate porque van a necesitar la energía y el placer de comerlo. Ya os contaré qué opinan del bizcocho.

Para un molde de 26 cm

280 g de harina repostera
100 g de azúcar moreno o equivalente en edulcorante
1 cucharada sopera de miel de caña
1 cucharada de postre de levadura
1/2 cucharada de postre de bicarbonato
170 ml de leche desnatada
100 g de mantequilla ligera
2 huevos L
3 sobres de Nescafé Capuccino o 3 cucharadas soperas de Nescafé Classic
Pepitas de chocolate al gusto.


Precalentamos el horno y engrasamos el molde. Mezclamos los ingredientes secos por un lado y los líquidos por otro. Vertemos los líquidos en los secos. Removemos bien la mezcla con una espátula y cuando esté todo integrado añadimos las pepitas de chocolate. Introducimos en el horno 30 minutos a 180º. ¡A disfrutar!

3 de marzo de 2015

Bizcocho de fresas y chocolate

Los bizcochos de frutas y especias me aluciflipan y son mi pan de cada día. Éste lo hice una mañana de antojo con lo que tenía por casa y no sé si por eso o porque de verdad estaba muy bueno me encantó. A veces me invento cosas y salen estropicios, pero otras veces las ganas de llorar vienen con la bondad de sabores que aporta el invento.

280 g harina de repostería
1 y 1/2 cucharadas de postre de levadura
75 ml de leche
1 yogur natural
1 huevo L
1 cucharada de postre de esencia de vainilla
200 g de fresas troceadas
40 g de chocolate negro troceado
50 g de azúcar moreno o 1 cucharada sopera de edulcorante

Mantequilla para el molde



Mezclamos los sólidos : harina y levadura, reservando un par de cucharadas de harina en la que rebozaremos las fresas troceadas y el chocolate, y los tamizamos. Batimos ligeramente el huevo y añadimos el azúcar o edulcorante, el yogur y la leche. Hacemos un volcán en los sólidos, agregamos los líquidos y mezclamos. Cuando la mezcla esté bien amalgamada añadimos las fresas y el chocolate que previamente hemos mezclado con las dos cucharaditas de harina y volvemos a mezclar con la espátula. Vertemos en un molde engrasado y llevamos al horno precalentado 180ºC durante 40 minutos aproximadamente. Id controlando porque depende del horno. Sacamos, dejamos enfriar y ¡a degustar!

Pudding de magdalenas




Si hay algo que odio más que nada en el mundo es tirar la comida a la basura. Es más, nunca lo hago a no ser que un moho espontáneo haya colonizado a los indígenas. Y eso pasó con las malditas magdalenas del Ahorramas que mi padre acostumbraba a traerme por quintales. Más duras ya que una piedra y dando más pena que gloria acabaron por formar parte de un pudding que duró un asalto. Obviamente esta receta es apta para todos los bollos duros que nos invaden de repente.

Ingredientes:

200 ml de leche
3 huevos
200 g de azúcar moreno
300 g de magdalenas duras y secas de mal 
1 manzana golden (opcional)
50 g chocolate negro (opcional)

Mantequilla para el molde

Precalentamos el horno a 200ºC y untamos un molde con mantequilla.
Batimos los huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Desmenuzamos las magdalenas en la leche y las mezclamos hasta que hagan el clásico "chof chof". Añadimos la leche a los huevos y con una espátula integramos. Una vez sea una masa y, si queremos, es el momento de añadir la manzana y el chocolate.
Metemos en el horno al baño maría a 180º durante 30-35 minutos o hasta que al pinchar salga limpio el palillo.

¡A disfrutar la nueva vida de las magdalenas!



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