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2 de junio de 2015

Baozi. Receta china



Hace mil años que no voy al cine. Que tiene eso unos precios que ni que le dieran a uno un asiento de oro con incrustaciones en diamante. No me importaría pagar lo que vale la entrada si a la salida te pusieran un detector de "me ha gustado/no me ha gustado" y en caso de que el resultado fuera negativo te devolvieran lo que vale la entrada y, además, les mandaran un cactus venenoso al director y a los productores por el bodrio que te has tenido que comer con patatas. 
Otra cosa que me molesta de los cines es la gente que no calla o que se pasa la película entera masticando palomitas en el asiento de al lado. Si tanta hambre tiene uno no se cena un kilo de palomitas, te cenas una cabra con cuernos y todo. A veces creo que a esa gente la contratan en los cines como atrezzo. Y es que no ha habido vez que haya ido que no hubiera gente molestando al resto. Una de las maneras de tener mayores garantías de un menor comportamiento cromañón en la sala es ir a las versiones originales. Aunque sólo sea porque hay menos gente, la probabilidad de que la sesión te salga rana ambientalmente es mucho menor. 
Pero luego hay otro problema. En general, el cine que me gusta a mí no le gusta a casi nadie. Que no es que me guste el cine kurdo (con Las tortugas también vuelan casi me dan espasmos cerebrales del aburrimiento), pero todavía recuerdo cuando mi amiga Janépolis y yo convencimos al resto de ver Marie Antoinette de Sofia Coppola. ¡Santo tostón después de la película! Es casi peor aguantar una horda de orcos blasfemando durante años (cada vez que se acuerdan de ello) que salir del cine sin que te haya gustado a ti la película. 
La otra opción es ir con tu sombra al cine. Que a veces lo he hecho, pero entonces volvemos a encontrarnos con el atrezzo con oficio de molestador.
Así que por todas estas razones voy poco al cine. Igual es que con el paso del tiempo me he vuelto más refunfuñona (que seguro que sí). Lo que no hago es dejar de ver cine. Pero en casa, con todas las ventajas y comodidades que eso tiene. Si quieres comer o recitar las Geórgicas de Virgilio mientras ves una película no molestas a nadie, le puedes dar al pause para ir al baño o quitarla si es una basura cósmica. 
Una cosa que hago mucho es poner una película a la hora de comer (así me evito la inexplicable saga de películas alemanas que han comprado en Televisión Española). Los baozi los suelo hacer cuando voy a ver cine oriental, como para empatizar más o algo. Una tontada que me sirve como excusa. 
Hay infinitos tipos de saquitos de harina orientales rellenos, cada uno con su nombre y modo de elaboración. Los que hago, con alguna modificación, son los que aparecen en el libro Pan Casero de Ibán Yarza. Son relativamente rápidos de elaborar y están muy buenos. He probado a hacerlos en el horno y en vaporera (como se suelen comer). De las dos maneras dan como resultado un plato vacío de contenido y una mirada de "¿ya se ha terminado?". Os dejo la receta para que, si no los habéis probado, los hagáis porque son una delicia.



Para 4 unidades pequeñas o 1 grande:

Para la masa

100 g de harina floja de repostería
50 ml de agua
5 g de azúcar
1 g de sal
3 g de levadura fresca de panadero

Para el relleno

100/125 g de carne picada  (se usa de ternera y cerdo pero yo eché pollo que me gusta más)
1 cebolla pequeña
1 diente de ajo
aceite vegetal al gusto
un chorrito de salsa de soja
un chorrito de vinagre de arroz
una cucharada de postre de miel
una pizca de pimienta de sichuan (o negra)
1 clavo de olor molido
2 vainas de cardamomo molido



Empezamos con la masa. Mezclar y amasar unos 10 minutos todos los ingredientes hasta que la masa sea firme y tenga aspecto seco. Dejamos levar tapada unos 45 minutos. Mientras reposa vamos haciendo el relleno. En una sartén echamos el aceite y la cebolla y el ajo picados y dejamos que se doren. Añadimos entonces la carne picada y el resto de ingredientes. Cocinamos unos 15 minutos. Cuando haya pasado el tiempo de reposo de la masa hacemos porciones de unos 30 gramos y damos forma de bola. Entonces las aplastamos en forma de ovni (con la mano o un rodillo) y vamos poniendo el relleno en el medio. Cerramos los bollitos con los pliegues característicos haciendo pellizcos en los bordes de la masa. Colocamos en la bandeja del horno o en la vaporera sobre papel sulfurizado y dejamos levar unos 40 minutos. Encendemos la vaporera y cocemos unos 10 minutos, o bien introducimos en el horno hasta que la masa esté dorada (unos 15 minutos, dependiendo del horno). Si se hacen al vapor no hay que sacarlos inmediatamente de la vaporera porque se arrugan (como los míos) y encojen. Es mejor dejarlos reposar unos 5 minutos para después retirarlos, servirlos calientes y ¡a comer!

21 de marzo de 2015

Wok teriyaki con fideos vermicelli de soja


El wok tiene un gran punto a su favor: se tarda más bien poco en cocinar y el resultado siempre es bueno. Tengo que decir que, en mi caso, lo que la mayoría de las veces es una desventaja con el wok es una maravilla: los fogones de gas del año en que Aristóteles empezó a ser el mentor intelectual de Alejandro Magno. La forma de esta sartén, tan peculiar, hace que el interior se caliente y cocine muy rápidamente los alimentos. Las vitrocerámicas y derivados contemporáneos no dan tanto calor como la llama. Así que cada dos por tres tengo el cacharro cocinando cosas dentro. 
Me encanta que las verduras se queden con su punto crujiente y la gran cantidad de salsas y aliños que se puede añadir. ¡Inventazo total! 
Los fideos chinos o tallarines siempre acompañan de maravilla, como el típico amigo que en general es un tostón pero que te viene estupendamente cuando tienes que ir a hacer la declaración de la renta porque así te entretienes con alguien. Los hay de todos los tipos, formas, tamaños y colores (tanto los fideos como los amigos pesados). Los vermicelli los podemos encontrar de trigo, de soja y, si uno busca, hasta de grillos debe haber. Tengo curiosidad por probar los shirataki de konjac (una planta asiática). Cuando me haga con ellos y me los coma os daré mi veredicto. Por el momento os dejo ésta:

Para dos raciones generosas:

150 g de fideos vermicelli de soja
200 g de carne de ternera (el corte que más nos guste)
1 tomate mediano
1/2 puerro
80 g de champiñones
100 g de brócoli
100 g de calabacín
100 g de berenjena
1 nuez de jengibre fresco
1 cucharada sopera de salsa teriyaki
aceite de oliva

Ponemos a cocer los fideos en agua unos 5 minutos, hasta que estén tiernos. Calentamos aceite en el wok y vamos echando las verduras. Cocinamos a fuego lento. Rallamos el jengibre encima de las verduras. Rehogamos. Echamos la ternera cortada en tiras o trozos pequeños. Rehogamos 5 minutos. Vertemos la salsa teriyaki y seguimos cocinando hasta que reduzca el agua de las verduras y la salsa. Retiramos, servimos y colocamos los fideos encima. ¡Buen provecho!

15 de marzo de 2015

Calzone. Receta de masa y relleno


Odio los domingos. No es que el lunes tenga que ir a trabajar (por desgracia), pero los domingos son...tan domingos. Quizá en los países donde la semana empieza en domingo es distinto porque el primer día ¡siempre es fiesta!. Claro está, hablo de toda la gente que no trabaje en comercios tipo Alcampo (cof cof) o en cualquier empresa, de lo que fuere, empecinada en generar beneficios. 
En España el domingo es un mal radical, todo el mundo sabe que está ahí pero lo ignora deliberadamente (toma resumen kantiano de párvulo en un taller de cocina). En fin, el caso es que ni el sol ha salido. Así ni ir a echar pan a los patos se puede. Resignación y a encender el horno. Los olores que emana mientras cocina lo que sea curan todos los males del domingo. 
El calzone no es nada misterioso, todos lo hemos comido, a poca gente no le gusta y admite tantos rellenos como comida tengamos en la nevera (para muestra mi botón). Lo curioso de esta elaboración es que a todo el mundo le llama la atención. Será por la forma de la masa de pan. Yo no lo sé, lo único que sé es que cualquier masa de pan con algo encima, o dentro, es un manjar de los dioses. Así que ahí os dejo eso.


 Para 500 g de masa (4 calzone. Si os sobra la podéis congelar en porciones):

200 g harina panadera
120 g sémola de trigo molienda media (se puede omitir y añadir la cantidad de sémola en harina)
1 cucharada sopera de aceite de oliva
1/2 cucharada de postre de sal
1/2 cucharada de postre de levadura seca de panadero
160 ml de agua
semillas de sésamo para decorar

Para el relleno de 2 calzone (totalmente opcional y a gusto del consumidor):

200 g de jamón serrano en taquitos
1 cebolla (cortada en juliana)
1 cucharada de postre de aceite de oliva
2 tomates medianos
50 g de guisantes
una bola de mozzarella light
orégano y hierbas provenzales


Empezamos por el relleno porque necesitamos que esté frío antes de ponerlo encima de la masa ( o se nos deshará entera. El que avisa no es traidor, es avisador). Calentamos el aceite de oliva, echamos la cebolla, los tomates picados, los guisantes y rehogamos. Cuando estén pochadas las verduras añadimos el jamón hasta que terminen de hacerse las verduras y el líquido de los tomates se haya evaporado. Reservamos y dejamos enfriar.
Para hacer la masa simplemente hay que mezclar todos los ingredientes y amasar durante 15 minutos (ya sea con amasadora o con el programa de amasado de la panificadora. Si es a mano se suele tardar un poco más, pero no mucho). Estiramos la masa y con un rodillo le damos forma de base de pizza. Cuando el relleno esté frío (o del tiempo) lo vertemos en una mitad de la masa, colocamos encima la mozzarella cortada y espolvoreamos las especias. Cerramos la masa haciendo los pliegues característicos. Decoramos y metemos al horno a 180-200º durante 30 minutos o hasta que veáis que la masa está dorada. Sacamos, servimos y lloramos de alegría al comerlo.

5 de marzo de 2015

Canelones de espinacas y cabrales (más o menos ligero)

El apasionante mundo de los quesos. Los hay de todos los tamaños, formas, colores... Hasta existe uno que fermenta en bota. En España tenemos de todo, oiga. Luego está el tema de los quesos azules. Los hay, al menos, en todas las regiones de Europa. Claro está, no todos son iguales. Quizá los más famosos sean los franceses Azul y Roquefort. Luego está la gloria de los lords en la Gran Bretaña, el Stilton. Muy buenos, claro que sí, son quesos. Pero tengo que decir que no existe nada parecido a nuestro asturiano queso de Cabrales. Nada. Ese picor, ese olor que te atufa la nevera (problema solucionado con mi quesera de gaticos), esa textura que ni unta ni se mantiene en el pan. Podría parecer un desastre de queso pero el sabor no tiene parangón. ¿Qué os voy a contar que no sepáis? Pues bien, si a mí me gustan los quesos no os quiero narrar al Notario. Creo que podría alimentarse a base de pan y queso. Así que viendo la acumulación de quesos azules en mi nevera (cortesía del susodicho) decidí gestionar unos canelones de espinacas y cabrales. Nunca fallan porque son una delicia, el Notario dio fe. Todas las recetas que hago trato de que sean lo más saludables y nutritivas posible, porque grasas sin ton ni son no tienen Sinn und Bedeutung (sentido y referencia), que diría Frege. Así que bechamel ligera, relleno ligero y ¡cabrales entero!

Para 2 raciones:

Bechamel ligera de cabrales:

300 ml de leche desnatada
1 cucharada de postre de aceite de oliva
1/2 cebolla
1 cucharada sopera de Maizena
25 gramos de queso cabrales
1 cucharada sopera de queso fresco batido desnatado
pizca de pimienta
pizca de sal
pizca de nuez moscada

Canelones:

4 láminas de canelones
150 g de espinacas
25 g de queso cabrales
1 cucharada sopera de queso fresco batido desnatado
Queso rallado light para gratinar

Cocemos las láminas de canelones según las instrucciones del fabricante. Cocemos las espinacas y escurrimos muy bien de agua. Mezclamos en un bol los quesos. Rellenamos los canelones con las espinacas y el queso y disponemos en una bandeja de horno.

Para la Bechamel: echamos el aceite en una sartén. Cortamos la cebolla y la rehogamos hasta que esté transparente. En un vaso mezclamos la cucharada de Maizena con 100 de leche. Por otro lado mezclamos los quesos. Agregamos los 200ml de leche restantes a la sartén. Cuando esté caliente añadimos la leche con Maizena y los quesos y removemos constantemente hasta que nos quede la textura deseada. Cuando enfría espesa así que eso ya depende de vuestro gusto en bechamel. Si queréis que no tenga tropezones de cebolla lo pasáis por la batidora y listo. 

Volcamos la bechamel encima de los canelones y echamos el queso de gratinar. Horno a 180º hasta que el queso y la bechamel estén tostaditos. ¡A disfrutarlo todo!
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