Dice el sabio refranero español: "A gallego pedidor, castellano tenedor", o lo que es lo mismo "Ni tanto ni tan calvo". Vamos, que la virtud siempre en el término medio (últimamente estoy un poco platónica). El caso es que debería moderarme con los patés vegetales. Pero no se ha terminado uno y ya estoy haciendo otro. ¿Tengo un problema? ¿Debería hacérmelo mirar? Son preguntas que he arrojado al buzón de autosugerencias (el gris, el que lleva la bolsa de basura). Así que manos a la obra y el resultado fue este rico paté. De las alcachofas lo que más me gusta es su nombre en inglés, artichoke, porque si uno las mira, efectivamente, parece artillería dispuesta a lanzar un proyectil alojado en su interior y chocar con lo que quiera que sea para destruirlo masivamente. Muchos niños utilizan las alcachofas con ese propósito (esto puede falsarse/comprobarse en cualquier comedor de colegio). Eso sí, necesitan el accesorio "cuchara" y camuflarse en los ruidos de las multitudes.
Yo tampoco es que sea una seguidora incondicional de las alcachofas (y eso que las verduras en sus infinitas variantes son mi pan de cada día) pero, en paté: 100% recomendable. Os dejo con la receta.
250 g de corazones de alcachofa
2 hojas de laurel
1 diente de ajo grande
zumo de 1/2 limón
un chorrito de aceite de oliva
albahaca fresca al gusto
una pizca de pimienta negra
sal
Cocemos las alcachofas con el laurel hasta que estén tiernas. Retiramos y escurrimos. Reservamos agua de cocción para aligerar la textura del paté. Vertemos las alcachofas (sin el laurel) con el resto de ingredientes en el vaso de la batidora. Trituramos. Vamos añadiendo de poco en poco el agua de la cocción hasta que tenga el espesor deseado. Servimos con crudités o pan o las dos cosas. ¡A disfrutar!
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