12 de junio de 2015

Trigueros, guisantes y tofu al Ras el Hanout


Nunca llevo reloj. Cuando era pequeña no podía vivir sin él. Sería para asegurarme de que, efectivamente, el tiempo pasaba en los momentos de aburrimiento. Recuerdo mirar las horas en verano, en el pueblo, en Portugal, y sentir que estaba atrapada en un bucle temporal. La verdad que era horrible: el sonido de la chicharra, la radio en portugués (que no preguntéis la razón pero me levanta dolor de cabeza inmediato), las maris en las escaleras de la casa del pueblo gritando sus gracias y desgracias y un porrillo de niños franceses (hijos de la gente del pueblo que emigró a Francia, que fueron casi todos los de la quinta de mi padre) chillando improperios y corriendo descalzos como salvajes por los adoquines tapizados del rastro inevitable de las vacas. Yo tenía mucho calor para eso y pisar zamburguesas de vaca no era una cosa que me entusiasmara, aunque alguna vez pisé algún que otro ejemplar hasta su núcleo vital (y consecuentemente me moría del asco). Los veranos en Portugal no eran ni para la bicicleta. No sé cuántos libros leía en un mes. De vez en cuando pasaban cosas y en el revuelo sí que estaba yo metiendo las narices. Una vez llegaron un burro y un caballo de un pueblo cercano que habían escapado. Lo que ellos no sabían es que fue peor el remedio que la enfermedad. ¡Todos los niños a montar el burro! (yo incluída, por supuesto, a ver si para una cosa que pasaba me la iba a perder). Aquel verano fue lo mejor que me pasó. Otras veces lo más emocionante del día era bajar al abrevadero de la plaza, que también era fuente para los humanos, acercarme al caño a beber, caerme de bruces en el agua roñosa y salir de allí con la dignidad mellada. No era la única, siempre había alguien que se caía a la bica (que así llaman a la fuente-pilón) y entonces el comité perpetuo de la plaza se reía de ti (y tú con ellos) porque en el fondo era lo mejor que les iba a pasar, también, en el día.
Pero pasaron los años y de repente el reloj dejó de ser algo útil. Ya no hacía falta. Todo el mundo lleva uno y tiene sus rutinas. Ése es mi reloj, la rutina ajena. Sé que son las 7 de la mañana cuando una pareja baja por la plaza con un cochecito de bebé camino de la escuela infantil, sé que son las 8 y cinco cuando una furgoneta maniobra para girar la calle. Y así durante todo el día. Así que ya no me hace falta el reloj. Además, creo que pocas cosas hay que odie más que el sudorcillo de las correas en las muñecas en verano. A esto hay que sumarle que, inexplicablemente, hay relojes por todas partes. Debe de ser por la misma razón que lo llevaba yo, para ver cuánto tiempo de tedio resta al momento.

¡Menuda chapa! y todo para decir que cuando estoy enredando en la cocina el tiempo no es lento, pasa veloz. Voy a hacerme mirar un poco el tema de las introducciones eternas porque veo que os han salido canas leyéndome y luego no quiero tener que pagar peluqueras. 
La receta que dejo hoy por aquí es algo que le saca a uno de un apuro en un periquete. No tiene nada de complicado pero sí mucho sabor por las especias y los trigueros.

Para 2 raciones:

300 g de tofu (duro o blando)
vinagre, agua y una cucharada sopera de Ras el Hanout para la marinada
300 g de espárragos trigueros
200 g de guisantes
200 g de tomate natural triturado
aceite de oliva
sal

Cortamos el tofu en cubos y lo colocamos en un recipiente. Echamos vinagre como hasta la mitad de los cubitos de tofu y terminamos de taparlos con agua. Agregamos la cucharada de Ras el Hanout, removemos y dejamos reposar al menos una hora. Cuanto más tiempo más profunda será la marinada. Yo la suelo dejar toda la noche en la nevera.
Echamos aceite en una sartén y añadimos el tomate natural. Cuando haya reducido un poco echamos los espárragos cortados y los guisantes. Salamos. Dejamos unos 8 minutos y agregamos el tofu con toda la marinada. Cocinamos unos 10-15 minutos más hasta que se haya reducido el líquido y los espárragos estén al dente. Retiramos, servimos y ¡a comer!

8 comentarios:

  1. Hola Silvia, pues yo soy igual que tu, de pequeña fardaba ante mis compis del cole con un Casio digital, que me compró mi padre en el bazar de un indio (de la India, que no apache, je, je, je), y cuando sudaba la muñeca, se ponía verde del óxido, ...buaaaaaaa!!!! (estoy llorando de pena, Ja, ja, ja...). Eso creo que me traumatizó para toda la vida y desde que tenía 15 o 16 años dejé el reloj en la mesilla para toda la vida, además ¿para qué quiere una reloj, si el biológico funciona a las mil maravillas?, que tengo hambre, pues como, que tengo sueño, pues a dormir se ha dicho, y así con el resto de las cosas, ja, ja, ja...
    ¡¡¡Ay Silvia!!!, no dejes estos preámbulos a modo de relatos cortos, que a mi me fascinan, además me has dejado con ganas de más, he tenido la sensación de estar viendo una película de Berlanga, que me encantan, je, je, je...Buenísimo.
    Y el plato, ...esto...¿ahora que digo?, bueno seguro que lo es, indudablemente, menos el tofu, que por más que insista mi hermana Pilar, ya sabes la de La Olla Vegetariana, no me pasa ni con un chupón, ja, ja, ja...aghhhhh!!!
    Besitos mi cielo!!!

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    1. jajajajajjaja ¡me parto! Ese Casio que no pasa de moda y ese verdor en la muñeca jajajaja me supera! Yo creo que porque no nos fijamos, pero estoy segura de que en la pasarela de Cibeles todas las modelos llevan uno porque es de lo más trendy. Comer no comerán, si no no me explico el look Mario Vaquerizo, pero llevar un Casio es estar a la última por los siglos de los siglos. Yo al reloj biológico en lo que respecta a comer no le hago mucho caso porque si no me pasaría el día de excursión en la cocina, ¡que no tengo fondo! Y tendría que contratar un ninja que viviera apostado entre las puertas de la cocina y la despensa que me tirara surikenes cada vez que me acercara a destiempo jajaja ¡qué horror lo mío!
      ¡Berlanga! Si es que no puedo disimular que a mí también me encanta. Desde que era pequeña y me tragaba (por imperativo maternal) aquella serie Villarriba y Villabajo. Entre las películas de Berlanga y las novelas de Pío Baroja le sale a una el brote cañí descriptivo. Que aunque en Portugal digan que son otro país ya te digo yo que no engañan a nadie, eso es España con retraso jajajaja Pero esto no se puede decir en alto por allí que te linchan. Eso sí, la mitad del telediario y los periódicos son noticias de España.
      Uuuuuuuuuuuuuuh!!! No sabía que era tu hermana! Y yo que estoy por allí de paseo asiduamente jajajaj No me entero de na! El tofu es que está muy mal vendido, puede que sea porque se han apropiado de él las comunidades veganas y vegetarianas. Bueno, eso y que no sabe a nada jajajaja Por eso me gusta, porque termina sabiendo a lo que yo quiera. Que la pobre soja llegó la última al reparto de sabores en legumbres y desde entonces vive triste y desamparada. Y no eres la única que no lo soporta, tengo amigos que si ven tofu lo catapultan al infinito con la esperanza de que no vuelva nunca más a su vista (y tengo que reconocer que yo antes también lo hacía jajajaj). Un besuco grande!

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  2. Y aquí sigo, oye tus entradas cada vez se van poniendo de lo más interesantes. Así que por las canas no te preocupes que ya me compro el tinte, pero espláyate que yo disfruto mogollón y paso un buen rato {excepto hoy que por lo visto el Sábado lo paso aquí} jaja
    Mi primer reloj fue un Orient, que me regaló mi tía por mi primera comunión, con la esfera celeste y era lo más de lo más. Aunque al año siguiente un amigo de mi madre que era militar, fue de maniobras a Ceuta, y le trajo un Casio digital, buenoooo aquello era otra dimensión. Yo me lo pongo a veces, aunque ahora con los móviles, creo que se utilizan menos ¿no? más bien como complemento que por necesidad.
    El tofu, no lo he probado nunca Silvia, ayer precisamente hablando con mi hija que me está persiguiendo para que le haga Ramen {ahora le ha dado por todo lo asiatico} me comentó que había comido tofu y estaba bien. No sé si llegaré a comerlo, la verdad, pero si me pones por delante tu plato, no dudes que te rebaño hasta el plato.
    Bsss y sigo.

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    1. El próximo día te mando un mayordomo (de esos ingleses que parece que llevan una caja de After Eight en el bolsillo) para que haga lo que tienes pendiente mientras me comentas jajajaja Te lo agradezco mucho porque yo disfruto mucho también leyéndote!
      ¡Un Orient! ¡Qué bonitos son esos relojes! Y qué clásico lo del reloj de comunión (eso y la esclava son obligatorios) jajajaj el mío era un Potens de esos con la esfera blanca y el borde dorado que me regalaron mi bisabuela y un tíoabuelo a los que quería un montón porque pasaba más tiempo con ellos que con mis padres. Por supuesto lo destrocé y le cambié la correa marrón ochocientas veces derivando a otros colores (la última fue verde, y así sigue). Y, que sí, muy bonitos pero donde esté un Casio que se quiten las fisnuras! Y ya si era con calculadora ni te cuento! Todo el mundo se merece un Casio en sus vidas y fardar de ello en algún momento jajaja
      Pues hazle caso a tu hija, por lo menos para probarlo. Tampoco es que tenga un sabor especial, pero por lo menos es suave. Compra del tofu duro (el que venden en el mercadona, por ejemplo) para hacer el ramen porque si es blando luego se deshace y te encuentras en la sopa cosas raras flotando jajajajaj (te lo digo por experiencia). Besoteees!

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  3. Lo que si saco en conclusión es que todos aquellos libros que leíste han servido para hacer de ti una literata en toda regla. No desaproveches esas cualidades que tienes. Escribes muy bien, te expresas muy bien y los temas que tratas de tu vida son muy divertidos, con ese toquecillo de humor y sarcásmo que sueles ponerles.
    Del tofu digo y diré (creo que por mucho tiempo) que no acaba de gustarme demasiado, tal vez si lo preparo tan "enterrado" en sabores como has hecho tu acabo por no notarlo, y ese no es el caso. Como atractivo tu plato lo es. Bss.

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    1. Hola Alicia! Si es que al tofu nadie es indiferente, o te gusta o te dan ganas de cocinárselo a un funcionario incompetente de ventanilla. A mí así sin acompañamiento el tofu me parece un timo porque no me sabe a nada (lo bueno es que, por lo menos, tiene un contenido calórico bastante bajo). Pero marinado gana todo. Lo uso también para espesar salsas, cremas y patés vegetales. Y, a veces, si quiero una textura más espesa en una masa de bizchocho que se me ha quedado líquida, el tofu lo soluciona bastante bien sin tener que añadir maizena (que a veces estropea el condumio). Vamos, que para mí el tofu es más una muletilla que otra cosa jajaja
      Siempre me ha gustado más leer que escribir. Durante un tiempo, hace unos años, colaboré en la revista cultural online de Javier Vázquez Losada (se llama Culturamas) pero al final la pereza me pudo. Tenía que leerme textos aleatorios que la mitad de las veces no me interesaban nada. Recuerdo un tostón sobre extraterrestres que luego no sabía ni cómo reseñar jajaja También publiqué un artículo en un libro (que se titula "Galería de los invisibles") sobre un filósofo de la música que me apasiona. Por lo visto el libro tiene buenas ventas (aunque por supuesto yo no veo un euro). Y desde entonces poca gaita porque lo mío es leer y, total, retribuye lo mismo que escribir. Y bueno, ya, que parece que he venido aquí a hablar de mi libro como Paco Umbral y sólo quería comentarte que sí, que he intentado escribir más seriamente jajaja Un besazo grande!

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  4. Mmmm... qué rico Silvia, este plato de trigueros con tofu me lo comería ahora mismo sin rechistar... yo tampoco uso reloj... es cierto eso de que en todas partes hay uno para marcar el tiempo... me encanta tu estilo al escribir... sigue así, no nos prives de tus historias. Besos!!

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    1. Yo es que es llegar los trigueros a la frutería y me vuelvo loca. De repente todo lleva trigueros jajaja ¡Me encantan! Y me alegro mucho de que te guste lo que escribo ¡es todo un halago! Un besuco!

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