3 de julio de 2015

Yogur de soja (sin lactosa)


Los aparatos electrónicos, esos cacharros del mal. Mi relación con los avances electrotécnicos de la humanidad se mantiene en una tensión de amor-odio y os prometo que no es mi culpa. Recuerdo que cuando era una jovenzuela vivaracha cada vez que se me estropeaba algo (léase el walkman, el discman o similares) mis cabreos eran monumentales. No comprendía cómo era posible que algo que mantenía como oro en paño se estropeara. También recuerdo a mi hermana reírse de mí en estas situaciones y, la verdad, no era para menos. De repente mutaba en un orco de Mordor y me salía una furia incontrolable que iba desapareciendo según iba asumiendo que, efectivamente, el cacharro había desaparecido para siempre de mi vida.
A lo largo del tiempo se me han estropeado más cosas de las que se han mantenido y comprendí que esto era así gracias a la obsolescencia programada de la industria. Ahora, cada vez que algo deja de prestarme servicio, ya casi no me enfado (casi, porque el minitroll interno que porto intenta despertar a la bestia que llevo dentro). Pero he aprendido a resignarme, palabrita de niño Jesús. El microondas lleva cuatro meses sin funcionar (tiene luz, el plato da vueltas si lo enciendes pero no calienta; muy útil) y ayer el aspirador dijo goodbye my lover. Podría llevar los cacharros a arreglar pero cuando lo pienso me entran los cuarenta males y me dan ganas de montar una pira en la plaza del pueblo al estilo Inquisición (con túnica de capucha puesta y todo) alimentada por los listos que pensaron que las cosas tenían que romperse para poder vender más. Y es que siempre he sido de las que ha pensado: "compra como un rico, cuida como un pobre". Pero, visto lo visto, lo mismo da que da lo mismo.

Afortunadamente la yogurtera se mantiene con vida (de momento, cruzo los dedos) y puedo seguir haciendo experimentos. Ya sé que los yogures, para poder llamarse así, tienen que estar hechos de leche y llamar leche a las bebidas vegetales es darle ubres a la soja o a la avena. Una tontería, vamos. Pero por llamarlo de alguna manera acepto pulpo como animal de compañía. Me encanta el sabor de los yogures de soja y la verdad que los como a menudo. Pero, como todo, los hechos en casa están más buenos. Os dejo por aquí los ingredientes del conjuro que yo voy a echarme algo en la pierna porque me acaba de masacrar un mosquito.



Para 7 yogures

1 litro de leche de soja 
1 yogur natural de soja (o dos yogures si no ponemos ni leche en polvo ni agar agar)
2 ó 3 cucharadas soperas de leche de soja en polvo o 1 cucharada de postre de agar agar
50 g de azúcar o equivalente en edulcorante (yo a los de soja no les pongo)



Echamos todos los ingredientes en el vaso de la batidora y mezclamos. Vertemos en los vasos de la yogurtera y dejamos 10 horas. Retiramos a la nevera al menos 4 horas antes de consumir. ¡A disfrutarlos!

2 comentarios:

  1. Uy, Silvia... Si te contara todo lo que se me a roto a mi también... no acabo hasta mañana. Como a ti también me encantan los yogures de soja y los tengo publicados en el blog. Esta receta tuya se ve muy fácil así que tendré que probarla, aunque no tengo yogurtera eléctrica. Ya veré si los puedo hacer de otra manera... Un beso guapa!

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    1. ¡Hasta el gorro estoy de que se me rompa todo! jajajaja En fin, no queda otra que resignarse. ¡Qué remedio! Y de los yogures, te prometo que no sé cómo podía vivir sin yogurtera. Y por lo que me costó (unos 14 euros en un Alcampo) me compensa infinito. Sé que se pueden hacer en el horno a temperatura mínima, pero la verdad que no me fío mucho (más que nada porque mi horno hace un poco lo que le da la gana) y me da miedo que la leche fermente bacterias extraterrestres o vete a saber tú! jajaja Un besazo!

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