Las lentejas no son mi legumbre favorita pero de vez en cuando me glorifico con una tanqueta de ellas acompañadas de verduras y, a veces, carne o pescado. Y es que las lentejas, junto con las verduras, son una gran reserva de fibra que yo personalmente agradezco. Como dice el refrán: "Comer bien y cagar fuerte y no haber miedo a la muerte".
Suelen acompañarme los días fríos de invierno en el estómago y son una bendición. Sé que es una receta que todo el mundo hace en casa, con más o menos verduras y variaciones, pero quería dejar por aquí la que me gestiono yo.
Una ración generosa:
100 g de lentejas ya cocidas
1/2 pimiento rojo
1 tomate
1 zanahoria pequeña
un puñadito de judías verdes
1/2 cebolla
1 muslo de pollo
2 dientes de ajo
1 cucharada sopera de aceite de oliva
2 hojas de laurel
1 guindilla roja (opcional)
sal al gusto
Echamos el aceite en una olla junto con la cebolla. Cuando la cebolla esté transparente agregamos el tomate picado, las judías verdes, el medio pimiento, la zanahoria, el pollo y las lentejas. Asamos los dientes de ajo, los machacamos y los ponemos en la olla con el resto de ingredientes. Rehogamos todo junto unos minutos y agregamos agua hasta cubrir el guiso y un puñadito de sal. Echamos el laurel y la guindilla machacada. Dejamos cocer. A mí me gusta casi sin caldo, pero esto es al gusto del consumidor.
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