27 de marzo de 2015

Dulce de leche. Ligero y saludable.

 
Lo bueno del dulce es que no amarga. Lo malo del dulce es que es una bomba calórica con índices glucémicos tan altos que lo único que consiguen es que no puedas parar de comerlos una vez acabas de terminar con el que tenías a medias. ¡Malditos azúcares refinados! En mi lucha contra la adicción al azúcar (que me costó superar, no os vayáis a pensar) siempre estoy buscando alternativas saludables a las preparaciones que se comercializan o que se hacen en casa pero que tienen cero interés nutricional. Cuando comencé a hacer este tipo de variaciones culinarias recuerdo las caras de incredulidad y desagrado cósmico del Notario. Eran un poema, pero de los malos (aunque ahora dudo que haya uno bueno...no me gusta la poesía. "Poesía eres tú", ¿será un insulto? ¡Que me voy...!).
El dulce de leche: sin palabras, me encanta. Nunca lo he comido mucho porque tenía la impresión de que corría el riesgo de que me dejara de gustar si lo hacía. Pero pensé que lo mejor era tirarse a la piscina. ¡Qué aroma a galletas! Es increíble, sin llevar 80 toneladas de azúcar, tiene un sabor muy bueno y sorprendentemente no tiene nada que envidiar al que comercializan. El que hice no es tan espeso (me gusta así), pero si dejáis reducir más la leche quedará más pastoso. Cuando enfríe también podéis pasarlo por la batidora y tendréis un resultado más cremoso para untarlo en las tostadas, rellenar repostería, etc. Yo lo eché por encima de un yogur y me lo comí con unas fresas. No os puedo contar todas las bondades que me brindó al paladar.

 


En resumen, merece la pena todo el tiempo que hay que dedicarle a esta elaboración.

1 l de leche desnatada
1 cuchara sopera de miel o edulcorante
1/4 cuchara de postre de bicarbonato
1/2 cuchara de postre de esencia de vainilla




 
Ponemos en una olla (que no se pegue) a calentar a fuego medio todos los ingredientes excepto el bicarbonato. Cuando veamos que comienza a hervir echamos el bicarbonato mientras removemos. Bajamos el fuego al mínimo y dejamos que se evapore el agua de la leche mientras removemos de vez en cuando para que no se agarre al fondo. Es un poco tedioso por el tiempo que tarda, aproximadamente una hora larga, pero ya veréis que merece la pena. Una vez tenga una textura similar a las natillas lo retiramos del fuego y seguimos removiendo unos 15 minutos. Veremos que espesa poco a poco. Dejamos que atempere y lo introducimos en un bote de cristal y a la nevera (para que espese más). Y cuando queramos, sacamos y ¡alegría!




2 comentarios:

  1. Vim e gostei muito de tudo. Voltarei, pois já estou a seguir.
    Beijo.
    Nita

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    Respuestas
    1. Olá Nita!
      Muito obrigada pelo comentário e por me seguir!
      Um beijinho e ótima semana para ti! =)
      Silvia

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